



Parece ser que Holtom barajó la idea de usar cruces dentro de un circulo, pero la idea no tuvo mucha acogida. El símbolo que al final realizó fue la mezcla de las letras N (uclear) y D (isarmament) del alfabeto de semáforo del código naval o sistema de señales de bandera.
Bayard Rustin, cercano colaborador de Martin Luther King, volvió a los Estados Unidos después de participar en esta primera marcha. Y a partir de entonces lo empezaron a usar en las marchas por los derechos civiles. Posteriormente se convirtió en símbolo de paz a partir de los años sesenta en las protestas contra la guerra de Vietnam.
El símbolo no fue nunca registrado y se puede usar libremente, salvo que el CND crea que es inapropiado, incluso comercialmente. Lo único que piden a cambio es una donación.
Como curiosidad: Durante el régimen del apartheid en Sudáfrica se intento prohibir. Fue conocido como “the footprint of the great american chicken” (algo así como “La huella del gran pollo americano”) por bastantes soldados de la época de la guerra de Vietnam. En Reino Unido sigue teniendo el original significando de desarme nuclear, mientras que para el resto del mundo es el de la paz. Los primeros pines del símbolo se repartían hechos de arcilla blanca pintadas con negro, con la leyenda de que en caso de desastre nuclear serían de los pocos objetos en subsistir.
Para su conmemoración se ha creado el sitio web Happybirthdaypeace.com.
(No olvides a quienes lucharon por tu libertad, los que defendieron tu propia dignidad.)
Hace 35 años, el cuerpo del cantautor y folclorista chileno Víctor Jara fue arrojado en una calle de Santiago. Era el 16 de septiembre de 1973 y la capital chilena, como todo el país, vivía bajo estado de sitio. Cinco días antes, las Fuerzas Armadas bajo el mando del fallecido general Augusto Pinochet habían derrocado el gobierno socialista de Salvador Allende. La dictadura que comenzó con el ocaso del invierno de 1973 duró 17 años y han transcurrido otros 18 años de democracia, pero el crimen del autor de "Plegaria de un labrador" y "El derecho a vivir en paz" sigue en la nebulosa, sin responsables; sus autores materiales viven en la impunidad.
La causa judicial por el asesinato de Víctor Jara permanece abierta desde hace casi tres meses, después de que la Corte de Apelaciones de Santiago revocara la decisión de cerrarla sin determinar culpables directos del crimen. El juez Juan Eduardo Fuentes deberá realizar unas 40 diligencias solicitadas por el abogado querellante de la familia de Jara. Todas apuntan a identificar a un oficial militar que los prisioneros apodaron «El Príncipe» y que estaba a cargo del equipo de torturadores en el estadio donde fue asesinado el autor de «Te recuerdo Amanda».
El juez hasta ahora ha procesado sólo a un ex militar, el coronel retirado Mario Manríquez Bravo, que estaba cargo del recinto que cobijó a casi cinco mil prisioneros y donde fueron ejecutadas siete personas en los días en que fue asesinado Víctor Jara. Manríquez Bravo se ha negado a identificar al cuerpo de oficiales que lo acompañó en la custodia de prisioneros y el Ejército ha dicho que no conserva archivos de su personal destinado a la represión durante las primeras semanas del golpe de Estado.
Jara, autor en poco más de diez años de una decena de discos, llegó temprano la mañana del 11 de septiembre de 1973 a la Universidad Técnica de Santiago, en la zona poniente de Santiago. Allí trabajaba él; pero ese día era especial pues el propio presidente Allende hablaría al mediodía para anunciar un plebiscito que pusiera fin a la crisis política que vivía Chile. Pero los militares se adelantaron y dieron su golpe. En eso estaba el 11 de septiembre de 1973. Víctor Jara fue llevado junto a centenares de prisioneros a un estadio que ahora lleva su nombre. Durante las primeras horas, los militares no sabían que estaba entre los detenidos. Pero cuando lo descubrieron se ensañaron. Una comisión oficial dijo que a Víctor Jara lo torturaron con brutalidad extrema, que sus manos quedaron convertidas en "una sola llaga" y su cuerpo quemado con cigarrillos.
Poco antes de ser sacado la noche del 15 de septiembre hacia un pasillo del estadio entregó unas hojas a un prisionero que más tarde las sacaría del lugar entre sus ropas. Era su último poema. De mano en mano llegó la hoja arrugada a su esposa, la bailarina británica Joan Jara:
«¡Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto».
The Big Channel y Magic Kids
Dibujos animados